El baile
Juan Pedro Sánchez Navarro
Poema seleccionado de entre los presentados al II concurso de relatos y poesía «Las cenas del Picoesquina» para su publicación en el blog de «Las cenas del Picoesquina».

No hay luz, no hay color,
el cielo se ha desportillado,
las sombras envuelven el sol.
Ruido, fuego, dolor.
Han subido del infierno,
deslizándose en silencio,
y clavan, encarnizados,
alfileres incandescentes
en las almas abrumadas,
ebrias por el hedor de la muerte,
por el olor de los cuerpos.
Las madres, desconsoladas,
deambulan sin rumbo cierto,
desesperadas,
ahogadas en los tormentos
de un desatino demente;
lisiadas por agujas ardientes
que atraviesan sus úteros desgarrados
y por espinas envenenadas
hundidas en sus entrañas violadas
y en sus rostros torturados.

Los veo bailar,
bailar despistados,
danzando sobre andenes volados;
los veo bailar,
bailar desolados,
danzando sobre hierros quemados;
los veo bailar,
bailar desquiciados,
danzando sobre sus cuerpos matados.
Un capullo de rosa
se ha separado del tallo,
vuela por encima de las madres,
por encima del enjambre,
dejando caer pétalos dorados
sobre los cuerpos ensangrentados.
Un perro flaco
aúlla a un cielo abatido
mientras limpia con el rabo
las manos del niño muerto;
también gime un marido desconsolado
que busca en el desconcierto
un hueco solitario
donde aprender la siniestra danza
que su mujer está bailando.
El gallo canta sin pico,
sin cresta, desplumado,
queriendo despertar a los vivos
que yacen desmembrados;
pero no contestan al lamento
porque están viajando descalzos
por las vías de un tren muerto,
que es al que el gallo está llamando.
Se ha caído el sol del firmamento;
lo ha encontrado un niño tuerto
que al cogerlo
se ha quemado su vestido blanco;
las nubes lloran sin consuelo
bañando con lágrimas la tarde
porque la sombra que vino del averno
también las salpicó de sangre.
Y los veo bailar,
están danzando;
mientras el mundo se viste de luto,
ellos se alejan bailando.
